Operaciones y finanzas

Cuando la estructura de las organizaciones también es parte del propósito

Nuestro trabajo administrativo es tan intenso como invisible. La mayor parte del tiempo transcurre detrás del telón, apreciándose con más claridad en aquellos momentos donde las cosas fallan o enfrentamos situaciones complejas. A pesar de esto, en los momentos de mayor exigencia, encontramos los signos de creciente madurez y capacidad de respuesta que hemos forjado, y seguimos consolidando, después de 20 años. En un momento en que la labor de las ONGs y activistas es más necesaria que nunca, mantener la calma, tomar decisiones informadas y trabajar en alianza son las claves para enfrentar la incertidumbre presente y futura.

CC:BY (Francisca Balbontín)

Este 2025 Derechos Digitales cumple oficialmente veinte años. Este aniversario representa una oportunidad para detenernos y mirar con perspectiva el camino recorrido: veinte años de desafíos, aciertos y también errores, pero por sobre todo aprendizaje. Una historia sobre adaptación constante, crecimiento sostenido y maduración organizacional.

En este hito, queremos destacar una dimensión quizás menos visible de nuestro quehacer, pero profundamente estratégica para lo que somos hoy y lo que queremos ser mañana: el trabajo del área de Operaciones y Finanzas de Derechos Digitales. Un equipo cuya función ha sido clave para sostener y proyectar nuestra misión en el tiempo.

Crecimiento interior

Como muchas organizaciones de la sociedad civil, Derechos Digitales contaba en sus inicios con un equipo polifuncional, que asumía tareas muy diversas: desde la formulación y ejecución de proyectos hasta la gestión administrativa y la relación con donantes. Esta lógica, si bien nos permitió comenzar a trabajar también implicaba una carga significativa sobre las personas encargadas de la investigación y la incidencia, dificultando la especialización y el desarrollo sostenible en un contexto de crecimiento.

Con los años, y a medida que nuestro trabajo crecía en alcance y complejidad, se hizo evidente la necesidad de consolidar un área que asumiera de forma dedicada las labores  administrativas y de soporte estratégico. La oportunidad llegó de la mano de uno de nuestros donantes históricos, Ford Foundation, a través del proyecto BUILD, una iniciativa que daba la posibilidad a diversas organizaciones de concentrar esfuerzos y recursos en el fortalecimiento institucional de largo plazo. Gracias a este apoyo, por primera vez pudimos dedicar esfuerzos a construir, desde un equipo especializado, una estructura organizativa más robusta y preparada para sostener nuestro trabajo hacia el futuro.

Los frutos de esta apuesta fueron visibles en el corto plazo. Un ejemplo de aquello fue la manera en que afrontamos la delicada situación de la pandemia por COVID-19, que trajo consigo una serie de desafíos tanto para nuestras acciones como para el bienestar de nuestros colaboradores, además de socios y pares. En un  escenario profundamente incierto, ya contábamos con una estructura operativa más fortalecida para así sostener nuestras líneas de trabajo y acompañar a otras organizaciones de la región. Además, pudimos destinar esfuerzos y recursos específicamente al acompañamiento del equipo, procurando facilitar su tránsito ante estos procesos de cambio. Este fortalecimiento interno comenzó entonces a proyectarse hacia afuera: a través de microgrants, alianzas estratégicas y una ejecución de proyectos que combinaba solidez técnica con estabilidad financiera.

Este camino no ha sido fácil de transitar. Ha implicado años de aprendizaje, de decisiones complejas y de construir capacidades en un entorno que muchas veces no está pensado para organizaciones como la nuestra. Esto se refleja en distintas formas, a menudo pasadas por alto en el día a día, pero fundamentales para entender cómo trabajamos y qué hemos logrado.

El valor de contar con un apoyo especializado

¿En qué momentos podemos ver el valor de nuestro quehacer interno? Nuestro trabajo administrativo es tan intenso como invisible. La mayor parte del tiempo transcurre detrás del telón, apreciándose con más claridad en aquellos momentos donde las cosas fallan o enfrentamos situaciones complejas. A pesar de esto, en los momentos de mayor exigencia, encontramos los signos de creciente madurez y capacidad de respuesta que hemos forjado, y seguimos consolidando, después de 20 años.

Lo primero es el enfoque en nuestra misión organizacional. Contar con personal especializado dedicado íntegramente al soporte de nuestras tareas permite que quienes diseñan, ejecutan y desarrollan nuestro trabajo sustantivo se centren al 100 % en su labor, sin distracciones burocráticas ni requerimientos administrativos de urgencia. Saber que existe un área que sostiene la estructura interna nos brinda la confianza de continuar avanzando en nuestra misión, incluso en épocas de alta presión, sin desviar esfuerzos en el levantamiento de recursos, proyecciones y reducción de costos. 

Otro de estos signos de madurez está vinculado con la gestión más eficiente de nuestros recursos. Aplicamos políticas claras de planificación y presupuesto, reducción de costos, proyecciones y monitoreo de riesgos que nos permiten no solamente enfrentar el presente, sino anticipar y navegar distintos escenarios, y así estar más preparados para momentos hostiles en términos de financiamiento. Esta capacidad de planificación integral fortalece nuestra resiliencia financiera y si bien no es una garantía, nos brinda más certezas de que las decisiones que tomamos hoy nos preparan para enfrentar los retos que vendrán, a través de diversas herramientas como reservas, inversiones y proyección a largo plazo. En este proceso, nuestras capacidades están en permanente actualización y el crecimiento es continuo: jamás dejamos de aprender y adquirir nuevas herramientas.

Por último, ya estamos en condiciones de asumir que somos un puente entre organizaciones. Nuestro desarrollo administrativo nos permite aportar a la sostenibilidad, no solo de Derechos Digitales, sino también ser un nexo para otros grupos con los que trabajamos. En tiempos de crisis, la colaboración es esencial para las organizaciones sin fines de lucro, ya que permite optimizar recursos, generar confianza social y además nos posiciona como referentes locales en términos de gestión. En Derechos Digitales no solo somos receptores de donaciones para desarrollar nuestros propios proyectos, sino que también hemos logrado convertirnos en fuente de financiamiento para otros colectivos y activistas que, por diversos motivos, no pueden acceder a ciertos tipos de respaldos monetarios, apoyándose así en nuestras capacidades instaladas.

Un claro ejemplo de lo anterior son los Fondos de Respuesta Rápida (FRR) y Fondos de Derechos Digitales (FDD), iniciativa vigente desde 2019 que permite entregar recursos para dar respuesta a emergencias en materia de derechos humanos y tecnología en la región a todo tipo de organizaciones, independientemente de su nivel de madurez. 

¿Y qué sigue?

Resulta innegable que estamos atravesando uno de los momentos más complejos para el espacio cívico y su financiamiento a nivel global. Las recientes decisiones del gobierno de Estados Unidos, no solo pausaron y cortaron recursos clave para el desarrollo mundial, sino que también sacudieron todo el ecosistema filantrópico, generando una incertidumbre sin precedentes.

Estas medidas también han tenido impacto en nuestra operación. Hemos tenido que tomar decisiones complejas que afectan nuestro funcionamiento, como la reducción de costos, congelamiento y suspensión de proyectos y contrataciones asociadas. La adopción responsable de esas medidas fue solamente posible debido a la rápida y dedicada reacción de nuestro equipo, mediante el seguimiento continuo de nuestras finanzas y la formulación de cambios profundos en las proyecciones a corto, mediano y largo plazo, que incluyó la definición de distintos escenarios posibles y la preparación de planes de acción para cada uno de ellos, activando alertas tempranas y evitando asumir la sostenibilidad como un hecho garantizado. 

Pero no basta con lo anteriormente mencionado: el trabajo colaborativo se presenta como nuestra piedra angular mientras persista este contexto de incertidumbre. Así, este fortalecimiento interno no solo beneficia a nuestro propio equipo, sino que nos posiciona como un vínculo confiable para otras organizaciones y activistas de América Latina. Un ejemplo de esto es la capacidad de acceder a fuentes de financiamiento que exigen capacidades comprobables –como auditorías anuales–, para así canalizar recursos administrativos y financieros hacia organizaciones locales.

En Derechos Digitales, resulta vital no solo preservar nuestra actividad, sino también compartir metodologías y tejer redes de articulación que amplifiquen el impacto colectivo de nuestra tarea. En un momento en que la labor de las ONGs y activistas es más necesaria que nunca, mantener la calma, tomar decisiones informadas y trabajar en alianza son las claves para enfrentar la incertidumbre presente y futura.

Es imposible predecir con certeza el futuro, pero afortunadamente sí podemos proyectar escenarios posibles y planificar cómo queremos sostener nuestra misión y mantener activo nuestro trabajo y el fruto de estos 20 años de existencia. A la luz de la historia que hemos compartido aquí, estamos convencidas de que algunas de las acciones cruciales para enfrentar lo que viene son desarrollar capacidades internas sólidas y seguir confiando plenamente en la efectividad de nuestro trabajo sustantivo, asumir definiciones con información y trabajar colaborativamente para seguir impulsando el cambio desde y para el Sur Global.