¿Quiénes son los “buenos” y los “malos” para nuestros derechos en Internet?

¿Qué rol juega el sector privado en la protección de nuestros derechos? ¿Qué amenazas tiene la libertad en Internet hoy? Esas y otras preguntas fueron abordadas en el Foro de internet de Estocolmo, que se desarrolló entre el 22 y 24 de mayo. Derechos Digitales estuvo allí.
Foto por Carlc, bajo una licencia Creative Commons.

Foto por Carlc, bajo una licencia Creative Commons.

La semana pasada asistimos al Foro de Internet de Estocolmo, en Suecia, organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia y diversos organismos gubernamentales de dicho país. ¿La apuesta? discutir sobre la libertad en internet y sus amenazas.

En la bienvenida, Carl Bildt, el Ministro de Relaciones Exteriores, sugirió que habían países “buenos” y “malos” en internet. Los países “buenos” serían aquellos que hoy defienden la libertad de Internet, principalmente europeos y norteamericanos. Los “malos”, por su parte, serían los sospechosos de siempre: Rusia, China, Cuba y otros países autoritarios.

Sin embargo, en nuestra opinión, esta clasificación en blanco y negro, claramente, simplifica excesivamente la realidad. Que países como Estados Unidos o Suecia no intervengan directamente en Internet (sin contar la vigilancia, por cierto), no los convierte automáticamente en “agentes del bien”.

Esta especie de principio de no intervención en internet conlleva muchas veces un traspaso de poder y control a los privados, quienes bajo diversos pretextos (el mejor: los derechos de autor) pretenden decidir qué contenidos pueden circular o no por internet. En resumen: los privados también son relevantes para una Internet libre; y a veces la intervención del estado es necesaria para regular sus conductas, como en el caso de la neutralidad de la red. Más que un mundo en blanco y negro, existe una multitud de matices de grises.

Aún con lo dicho, llama la atención que políticos de trayectoria entiendan que una agenda de derechos en Internet es necesaria hoy en día y la conviertan en una prioridad estratégica. Con todas las diferencias y cuestionamientos expuestos, tener un ministro de alto rango discutiendo en una mesa redonda con activistas y expertos, defendiendo sus posturas con argumentos sólidos, dista mucho de lo que vemos en Chile.

Otras intervenciones posteriores plantearon diversos temas relacionados al debido proceso, privacidad, actividades de inteligencia y seguridad en internet, entre otros. Ocasionalmente, alguien esgrimía también que sin acceso a tecnologías nada de esto importa, lo que aún siendo cierto es una discusión que se lleva adelante en otros foros y contextos.

Además de estas actividades, pudimos encontrarnos con varias organizaciones amigas de Derechos Digitales en Latinoamérica, con las que incluso pudimos preparar una “desconferencia” o reunión semiformal donde pudimos compartir sobre la realidad de los Derechos Humanos y tecnologías en Latinoamérica.

En suma, la discusión global sobre temas de derechos en Internet sigue creciendo. Diversos foros, más o menos grandes, más o menos oficiales, están analizando, discutiendo y diseñando estos temas, y en Chile no podemos darnos el lujo de ser espectadores pasivos respecto al futuro de Internet que, en gran parte, se encuentra hoy vinculado a nuestra proyección en la sociedad que muchos llaman de la información y el conocimiento.