Futuro equitativo

Del miedo al autocuidado digital: derechos digitales para niñas en las TIC

Esta semana se celebró globalmente el Día de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Con ocasión de esa fecha, analizamos las principales dificultades de niñas y jóvenes en el mundo digital y exploramos algunas herramientas para fortalecer el autocuidado digital y promover su participación activa en el ámbito tecnológico.

CC:BY (Francisca Balbontín)

¿Alguna vez te has sentido confundida al escuchar cómo las grandes corporaciones usan nuestros datos? ¿O te ha pasado que alguien te diga “no tengo nada que ocultar, así que no me importa lo que sepan de mí”? Proteger nuestra privacidad y seguridad digital no se trata solo de ocultar información, sino más bien de ejercer el derecho a decidir qué compartimos, con quién, cuándo, dónde y para qué, conociendo los riesgos y sin tener miedo a represalias.

Hoy más que nunca, en un mundo cada vez más digitalizado, necesitamos reflexionar sobre nuestro rol como mujeres usuarias, creadoras y defensoras de un entorno virtual más seguro. Repasar nuestras trayectorias de cuando éramos más pequeñas, y ver también cómo viven hoy las infancias su vínculo con las tecnologías. Y qué mejor fecha para reflexionar al respecto que el 24 de abril: Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Esta efeméride, impulsada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) desde 2011, busca generar espacios que inspiren a niñas y adolescentes a explorar el mundo de la tecnología, no solo como consumidoras, sino como protagonistas de su transformación.

A pesar de estar viviendo en una era hiperconectada, el acceso, la participación y la representación en el ámbito digital siguen denotando profundas desigualdades de género. En el reporte de la UNESCO sobre STEM y género se menciona que solo el 35% de quienes estudian estos temas son mujeres y que menos del 30% de quienes ocupan puestos de investigación en ciencia son mujeres. Además, las mujeres ocupan apenas el 22% de los empleos en inteligencia artificial, uno de los sectores con mayor crecimiento y proyección a futuro. Según el reporte “Las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe” de ONU Mujeres, esto responde a múltiples factores, como desde edades tempranas niñas y adolescentes enfrentan estereotipos de género; por ejemplo, 9 de cada 10 niñas entre 6 y 8 años asocian las matemáticas, la programación y/o la ingeniería con habilidades masculinas, lo que afecta directamente su confianza para explorar estas áreas.

Muchas mujeres hemos crecido con la sensación de que la tecnología no está hecha para nosotras y nos sentimos ajenas a un mundo dominado por figuras masculinas, lenguajes técnicos inaccesibles y espacios que rara vez se preocupan por incluir otras voces. Para mujeres, niñas y diversidades, entender cómo proteger nuestros datos, cómo navegar con conciencia y cómo evitar riesgos en línea es una forma de resistencia frente a las violencias digitales, la vigilancia y la exclusión. Estas habilidades pueden parecer pequeñas, pero marcan una gran diferencia en la forma en que habitamos lo digital. Dejar de lado el miedo paralizante y reemplazarlo por curiosidad, información y práctica, es uno de los pasos más potentes hacia una resiliencia digital.

Los riesgos digitales para niñas y mujeres jóvenes incluyen la exposición a contenidos violentos o inapropiados, que pueden afectar su salud mental y emocional; el contacto con personas peligrosas, como depredadores que se hacen pasar por amigos o pares; y la inseguridad digital, que desalienta a muchas niñas a participar activamente en tecnología y limita su desarrollo profesional. Por eso, es esencial enseñar y promover conocimientos de auto cuidado digital, como lo hace la guía de cuidados básicos Security in a Box que nos enseña a usar contraseñas seguras y distintas. Verificar siempre con quién se está hablando, utilizar herramientas de protección. La guía Mozilla Privacy not Included sobre el nivel de privacidad y seguridad de distintos dispositivos y aplicaciones del mercado también es de mucha utilidad. Y por último, y no por eso menos importante, pedir ayuda cuando algo incomoda: eso también es cuidarse.

Nunca más una tecnología sin nosotras

Incluir a niñas y mujeres jóvenes en las TIC más allá de un rol de usuarias no es solo una cuestión de números, sino de transformaciones profundas. El actual modelo de desarrollo tecnológico tiende a reproducir desigualdades, mientras no haya diversidad y perspectiva de género en las personas que diseñan estas tecnologías, corremos el riesgo de que los productos que usamos todos los días (desde apps hasta sistemas de inteligencia artificial) perpetúen sesgos, invisibilicen necesidades específicas y vulneren derechos.

La subrepresentación femenina en estos campos ha sido una de las razones por las cuales muchas no nos hemos animado a entrar en este mundo. Probablemente no conozcamos de mujeres en estos campos hasta que estamos muy dentro. Reconocer historias como las de Ada Lovelace, Reshma Saujani, María Emilia Alcalde, Yordanos Genanaw o Meredith Whittaker es fundamental para derribar el mito de que “las mujeres no son aptas para la tecnología”. Ellas son solo algunas referentas en las tecnologías, pero la lista puede ser mucho más larga. En efecto, recientemente con motivo del 8M Derechos Digitales lanzó una campaña en redes visibilizando a mujeres que han transformado el mundo digital bajo la consigna: ¡La tecnología y el espacio digital no es lo que sería hoy sin nosotras!

Y entonces asoma la pregunta que tanto incomoda, pero que nos interpela directamente: ¿qué podemos hacer todas nosotras desde donde estamos para achicar la brecha de género digital? Podemos fomentar la alfabetización digital con enfoque de género en centros educativos y comunidades. Debemos exigir políticas públicas que garanticen el acceso equitativo a internet y formación TIC. Acompañar la creación de espacios de mentoría entre mujeres que ya están en el sector y nuevas generaciones. Visibilizar referentas femeninas en tecnología desde la infancia. Y, fundamentalmente, promover leyes y marcos normativos que garanticen la seguridad digital, el derecho a la privacidad y el acceso libre y ético a la información para todas las mujeres y niñas del mundo.

Para poder acompañar ese proceso de fortalecimiento de derechos digitales en niñas y mujeres, existen herramientas útiles de organizaciones sensibles con estos temas para empezar desde temprana edad. Por ejemplo Girls Who Code y Ada’s List, colectivos que ofrecen talleres y ofertas laborales para jóvenes interesadas en informática. También contamos con varios entornos educativos online que enseñan cómo programar mediante una interfaz gráfica intuitiva. Tal es el caso de Scratch, Code.org o Alice, por nombrar algunos. Además, está disponible Raspberry Pi, un dispositivo de bajo costo que permite a las personas usuarias construir y programar su propia computadora. Por último, la reciente investigación de Derechos Digitales, en colaboración con María Lab, Taller Comunicación Mujer e Internet Bolivia, “Líneas de ayuda para atender casos de violencia de género en línea: Monitoreos y tendencias en Bolivia, Brasil y Ecuador” también ofrece herramientas de asistencia y acompañamiento para afrontar situaciones violentas en internet.

La transformación digital que necesitamos no puede darse sin justicia social, sin enfoque de género, ni tampoco sin derechos humanos. Y tampoco debe suceder dejando fuera a nuevas generaciones con el potencial de ser protagonistas del desarrollo tecnológico en nuestra región. Es hora de dejar de ver la tecnología como un fin en sí mismo, y comenzar a pensarla como una herramienta para construir sociedades más justas y equitativas, para todas las edades. Garantizar hoy el derecho de una niña a un uso consciente y seguro de la tecnología es abrirle el camino para liderar el mundo del mañana.