#NoTPP: Reporte sobre nueva ronda de negociaciones del TPP en Dallas

 

Protestastpp

Durante cerca de dos semanas, se realizó en Dallas la ronda XII de negociaciones del polémico Acuerdo Transpacífico o Trans-Pacific Partnership (TPP), un TLC que, en palabras del presidente Obama, es un acuerdo de nueva generación, clave del siglo XXI, y que pretende establecer un tratado multilateral de libre comercio entre nueve países de la zona Asia-Pacífico.

Pese a la importancia del tratado -que a diferencia de lo que sucede con otros acuerdos de comercio supondrá la modificación de normativa interna en un número importante de áreas- el contenido de sus negociaciones se mantiene en secreto. Movimientos sociales desde la academia y la sociedad civil han exigido conocer el texto de la negociación luego de haberse filtrado en 2011 la problemática propuesta de texto estadounidense que, desde el punto de vista de los derechos de autor, no solo aumenta ferozmente los estándares de protección de nuestro países sino que, además, obliga a modificar una normativa, en el caso chileno, recientemente promulgada, alejándose así peligrosamente de criterios aceptados en instrumentos internacionales en la materia.

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Durante cerca de dos semanas, se realizó en Dallas la ronda XII de negociaciones del polémico Acuerdo Transpacífico o Trans-Pacific Partnership (TPP), un TLC que, en palabras del presidente Obama, es un acuerdo de nueva generación, clave del siglo XXI, y que pretende establecer un tratado multilateral de libre comercio entre nueve países de la zona Asia-Pacífico.

Pese a la importancia del tratado -que a diferencia de lo que sucede con otros acuerdos de comercio supondrá la modificación de normativa interna en un número importante de áreas- el contenido de sus negociaciones se mantiene en secreto. Movimientos sociales desde la academia y la sociedad civil han exigido conocer el texto de la negociación luego de haberse filtrado en 2011 la problemática propuesta de texto estadounidense que, desde el punto de vista de los derechos de autor, no solo aumenta ferozmente los estándares de protección de nuestro países sino que, además, obliga a modificar una normativa, en el caso chileno, recientemente promulgada, alejándose así peligrosamente de criterios aceptados en instrumentos internacionales en la materia.

 

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Durante cerca de dos semanas, se realizó en Dallas la ronda XII de negociaciones del polémico Acuerdo Transpacífico o Trans-Pacific Partnership (TPP), un TLC que, en palabras del presidente Obama, es un acuerdo de nueva generación, clave del siglo XXI, y que pretende establecer un tratado multilateral de libre comercio entre nueve países de la zona Asia-Pacífico.

Pese a la importancia del tratado -que a diferencia de lo que sucede con otros acuerdos de comercio supondrá la modificación de normativa interna en un número importante de áreas- el contenido de sus negociaciones se mantiene en secreto. Movimientos sociales desde la academia y la sociedad civil han exigido conocer el texto de la negociación luego de haberse filtrado en 2011 la problemática propuesta de texto estadounidense que, desde el punto de vista de los derechos de autor, no solo aumenta ferozmente los estándares de protección de nuestro países sino que, además, obliga a modificar una normativa, en el caso chileno, recientemente promulgada, alejándose así peligrosamente de criterios aceptados en instrumentos internacionales en la materia.

Durante esta última ronda estuvimos en Dallas y pudimos observar algunos detalles que dan luces tanto de las tensiones que ha enfrentado la negociación (esta vez centrada en las medidas de enforcement criminal de propiedad intelectual), como también de los problemas de participación para organizaciones sociales presentes con el fin de proveer de retroalimentación a los equipos negociadores.

La participación acreditada:

Muchas críticas, y no solo de sectores sociales, recibió la forma en que participarían en esta ronda los stakeholders, denominación que incluía a organizaciones tan diferentes como ONG Derechos Digitales y Public Citizen como a la Copyright Alliance. Por ejemplo, se organizó una sala especial donde todos los actores acreditados pudieran llevar sus pendones y esperar que pasara por allí -o no- alguno de los cientos de negociadores de los nueve países. Una actividad que respondía a la idiosincrasia de los anfitriones pero que, para algunos, parecía más bien una kermesse colegial con escasas posibilidades de hacer llegar observaciones técnicas de los textos filtrados.

Más directo, aunque con un alcance igual de general, fue el stakeholder briefing, donde los jefes de las delegaciones dieron solo algunas luces respecto de los avances y se sometieron a las preguntas de los stakeholders acreditados. Allí conocimos, por ejemplo, que hay un avance cercano al 50% en el Tratado y que hay muchos temas resueltos, como medidas de frontera o asuntos laborales. Pero para otro tipo de información -más concreta, si se quiere-, las delegaciones más bien contestaron generalidades encubiertas en diplomacia. Eso ocurrió con las preguntas relativas al acceso a los textos como también para asuntos más concretos, como la pregunta que hicimos en nuestro caso, que hacía ver los problemas de establecer un texto equilibrado, tomando en consideración los problemas de implementación de un acuerdo que, en derechos de autor al menos, excede de forma holgada los estándares internacionales en la materia. Finalmente esto implicó más bien una instancia donde los stakeholders presentes hicieron llegar sus dudas e inquietudes frente a jefes negociadores sin facultades para responder más allá de las buenas maneras.

La participación no acreditada:

Las imponentes medidas de seguridad que rodearon a todo el evento, sin embargo, no impidieron las manifestaciones del movimiento Occupy y de los activistas Yes Men. Estos últimos, realizaron una divertida performance donde, personalizados en una supuesta asociación de empresas a favor del TPP, quisieron entregarle un premio a Ron Kirk (el representante de la USTR, quienes deciden discrecionalmente todos los años poner a Chile en la lista roja de piratería) por la energía puesta a favor del establecimiento del tratado. Todo muy parecido a #SiTPP.

Sigilosamente, además, los Yes Men deslizaron una carta bajo las puertas de las habitaciones de los negociadores, pidiéndoles que representen el sentir del 99% de la población, haciendo referencia directa al movimiento Occupy, quienes se manifestaron también en las afueras del hotel durante la semana (en la foto).

Nuestra percepción:

La sensación de ambiente es que el TPP va camino a convertirse en una realidad en el mediano plazo, aún con todas las potentes manifestaciones ciudadanas y cuando sus alcances, lamentablemente, no son conocidos con certeza por la ciudadanía de los países que están negociando.

Pero el eventual acceso al texto del TLC, aunque crucial, no resuelve los graves problemas de una negociación marcada por los embates de los intereses estadounidenses y la resistencia que, en la medida de lo posible, realizan aquellos pocos países que cuentan con equipos técnicos competentes y una visión política de largo plazo.

Desde una óptica local y luego de dos años de negociación (y más de un millón de dólares gastados solo por el gobierno de Chile), quizás sea el momento de enmendar el rumbo y dar una señal potente al mundo y a la ciudadanía chilena, a través del establecimiento de consensos locales respecto de la forma en que queremos comprometernos a un acuerdo que, al menos hasta el momento, pareciera suponer más problemas, trabas y restricciones que beneficios para nuestro país.

Durante esta última ronda estuvimos en Dallas y pudimos observar algunos detalles que dan luces tanto de las tensiones que ha enfrentado la negociación (esta vez centrada en las medidas de enforcement criminal de propiedad intelectual), como también de los problemas de participación para organizaciones sociales presentes con el fin de proveer de retroalimentación a los equipos negociadores.

La participación acreditada:

Muchas críticas, y no solo de sectores sociales, recibió la forma en que participarían en esta ronda los stakeholders, denominación que incluía a organizaciones tan diferentes como ONG Derechos Digitales y Public Citizen como a la Copyright Alliance. Por ejemplo, se organizó una sala especial donde todos los actores acreditados pudieran llevar sus pendones y esperar que pasara por allí -o no- alguno de los cientos de negociadores de los nueve países. Una actividad que respondía a la idiosincrasia de los anfitriones pero que, para algunos, parecía más bien una kermesse colegial con escasas posibilidades de hacer llegar observaciones técnicas de los textos filtrados.

Más directo, aunque con un alcance igual de general, fue el stakeholder briefing, donde los jefes de las delegaciones dieron solo algunas luces respecto de los avances y se sometieron a las preguntas de los stakeholders acreditados. Allí conocimos, por ejemplo, que hay un avance cercano al 50% en el Tratado y que hay muchos temas resueltos, como medidas de frontera o asuntos laborales. Pero para otro tipo de información -más concreta, si se quiere-, las delegaciones más bien contestaron generalidades encubiertas en diplomacia. Eso ocurrió con las preguntas relativas al acceso a los textos como también para asuntos más concretos, como la pregunta que hicimos en nuestro caso, que hacía ver los problemas de establecer un texto equilibrado, tomando en consideración los problemas de implementación de un acuerdo que, en derechos de autor al menos, excede de forma holgada los estándares internacionales en la materia. Finalmente esto implicó más bien una instancia donde los stakeholders presentes hicieron llegar sus dudas e inquietudes frente a jefes negociadores sin facultades para responder más allá de las buenas maneras.

La participación no acreditada:

Las imponentes medidas de seguridad que rodearon a todo el evento, sin embargo, no impidieron las manifestaciones del movimiento Occupy y de los activistas Yes Men. Estos últimos, realizaron una divertida performance donde, personalizados en una supuesta asociación de empresas a favor del TPP, quisieron entregarle un premio a Ron Kirk (el representante de la USTR, quienes deciden discrecionalmente todos los años poner a Chile en la lista roja de piratería) por la energía puesta a favor del establecimiento del tratado. Todo muy parecido a #SiTPP.

Sigilosamente, además, los Yes Men deslizaron una carta bajo las puertas de las habitaciones de los negociadores, pidiéndoles que representen el sentir del 99% de la población, haciendo referencia directa al movimiento Occupy, quienes se manifestaron también en las afueras del hotel durante la semana (en la foto).

Nuestra percepción:

La sensación de ambiente es que el TPP va camino a convertirse en una realidad en el mediano plazo, aún con todas las potentes manifestaciones ciudadanas y cuando sus alcances, lamentablemente, no son conocidos con certeza por la ciudadanía de los países que están negociando.

Pero el eventual acceso al texto del TLC, aunque crucial, no resuelve los graves problemas de una negociación marcada por los embates de los intereses estadounidenses y la resistencia que, en la medida de lo posible, realizan aquellos pocos países que cuentan con equipos técnicos competentes y una visión política de largo plazo.

Desde una óptica local y luego de dos años de negociación (y más de un millón de dólares gastados solo por el gobierno de Chile), quizás sea el momento de enmendar el rumbo y dar una señal potente al mundo y a la ciudadanía chilena, a través del establecimiento de consensos locales respecto de la forma en que queremos comprometernos a un acuerdo que, al menos hasta el momento, pareciera suponer más problemas, trabas y restricciones que beneficios para nuestro país.